Estas vacaciones de Semana Santa he estado en Dublín.
Tendría muchas cosas que contar: que volé yo sola en avión, que no conocía la familia que me iba a recoger, que resulta que al final eran gente estupenda, supersimpáticos y buenos conmigo y me lo pasé muy bien, que estuve en un balneario con ellos en Sligo… Y que voy a volver en julio!
Pero hay una cosa que me llamó mucho la atención:
Resulta que la familia eran la madre, dos hijas y un hijo. El padre se murió no hace muchos años en un accidente de coche. Y lo que me llamó la atención es que todos nombraban mucho a “daddy”. Y no hablaban de él de forma triste, sino que le recordaban con mucha alegría.
Por ejemplo, Teia, la hija mayor dijo una mañana, muy alegre, (en inglés, claro, :-P) “Me voy a llevar flores a la tumba de papá y ahora vengo”. Y se fue tan contenta.
Y se acordaron del cumpleaños de su padre. Y tenían varias fotos de toda la familia en la chimenea, incluido el padre, claro.
A mi me daba mucha pena ver a los niños que se habían quedado sin su padre y me quedaba callada porque se me encogía un poco el corazón. Pero me sorprendía mucho esa actitud tan positiva ante algo tan terrible.
Bueno, y eso era lo que quería contar; a lo mejor os parece una tontería, pero a mi me pareció algo que me hizo pensar.
Kisses (que ha tenido un gatito, Simba) y yo.
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